La tecnología LED ha cambiado sin duda nuestro entorno o, al menos, el modo en que lo iluminamos, pero ¿qué hay detrás de la historia del LED? Descubramos los orígenes de la tecnología que ha revolucionado el mercado de la iluminación.
Descubrimiento del LED
La electroluminiscencia, un fenómeno del que ya hemos hablado anteriormente, no es algo nuevo. Lo observo por primera vez el capitán Henry Joseph Round (1881-1966) militar, ingeniero y asistente personal de Guillermo Marconi mientras trabajaba con cristales de carburo de silicio en 1907. Veinte años más tardaría en darse a conocer la creación del primer LED a manos del inventor ruso Oleg Losev, noticia que se difundió a través de diversos medios especializados tanto soviéticos, como alemanes e ingleses, pero que en aquellos momentos parecía carecer de cualquier aplicación práctica.
En sus inicios, al LED no se le encontró ninguna utilidad práctica.
Tras diversos descubrimientos y estudios con varios tipos de semiconductores como emisiones infrarrojas, creación de enlaces simples de comunicaciones ópticas, fotorreceptores, etc. llegamos a 1962 cuando el científico Nick Holonyak desarrolló el primer LED que radiaba dentro del espectro visible con luz de color rojo. En la siguiente década se inventó el LED amarillo y se multiplicó por diez la luminosidad de los LEDs rojos. Ya en 1976 se crearon los primeros LEDs especialmente diseñados para telecomunicaciones a través de fibra óptica.
Primeras aplicaciones comerciales en la historia del LED
Los primeros LED se utilizaban como indicadores luminosos de funcionamiento, como el piloto de stand by de los televisores, o en los displays de siete segmentos que son también muy comunes. Como cualquier nuevo producto los costes de producción iniciales eran prohibitivos, pero poco a poco se perfeccionaron métodos de fabricación a gran escala que hicieron de estos primeros LEDs un producto cada vez más asequible.
La llegada del LED azul
Avanzamos un poco más en la historia del LED y nos situamos en 1994 cuando se presentó el primer LED azul de alta luminosidad por parte de Shuji Nakamura que, en combinación con el trabajo desarrollado por dos de sus compatriotas, Isamu Akasaki e Hiroshi Amano, les valió el premio Nobel de física en 2014.
El LED blanco y la irrupción en el mercado de la iluminación
Poco después de conseguir LEDs azules de alta eficiencia llego el primer LED blanco. En ellos se empleaba un material fosforescente que absorbía parte de la luz azul y producía luz amarilla. Esta combinación de amarillo y azul, que son colores complementarios, es blanca para el ojo humano. A su vez, utilizando materiales de diferentes propiedades se puede conseguir luz verde y roja mediante fluorescencia. La combinación de luz roja, verde y azul no solo se percibe también como blanca por el ojo, sino que permite reproducir los colores con mucha más calidad que la luz “azul-amarilla”, cuyas longitudes de onda no representan de forma correcta los verdes y rojos.
Aunque en los inicios la luz que emitían no era muy brillante, la luminosidad de los LEDs ha ido creciendo de forma exponencial gracias también, al desarrollo de los semiconductores y los avances de los sistemas ópticos. De hecho, se están consiguiendo de forma experimental tasas superiores a los 300 lm/W.
Como hemos visto en este breve repaso sobre la historia del LED, esta tecnología ha pasado de ser algo que no parecía tener ninguna aplicación práctica a ser la opción más eficiente y ecológica de iluminar aquello que nos rodea. De hecho, existen diversos tipos de LED con un sin fin de aplicaciones.